Hemos sido los encargados de embalar y transportar hasta Colombia estas valiosas piezas de arte precolombino. A continuación, podéis leer el artículo publicado en el periódico El País escrito por Elisabeth Reyes:
Es como si un museo completo regresara a Colombia después de un tortuoso y oscuro viaje que duró más de una década. Un museo que cuenta nada menos que diez siglos de historia precolombina. Y en el medio está España, adonde estas piezas llegaron de manera ilegal, pero que la policía pudo recuperar en un operativo contra el blanqueo de capitales y el tráfico de drogas, custodiar y finalmente devolver a su lugar de origen. “Un triunfo contra el tráfico ilícito de bienes culturales como nunca antes se ha visto”, dice Fabián Sanabria, director del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH).
Para Colombia se trata de la noticia cultural del año, que empezó a hacerse realidad el pasado 24 de junio, cuando España, luego de un proceso de repatriación que duró más de dos años, devolvió 691 piezas arqueológicas en un acto oficial en el Museo de América en Madrid, donde estaban resguardadas por orden judicial con sumo cuidado. Ese día se firmaron las actas de entrega y comenzó entonces el difícil proceso de embalarlas y trasladarlas a Bogotá, adonde llegaron hace dos semanas en 26 cajas de madera que hoy están en una bodega del Archivo General de la Nación, a la espera de lo que seguramente será una gran exposición.
“Este lote de piezas es el más grande que se ha recuperado en las últimas décadas. Nunca antes se había repatriado un museo completo”, añade Sanabria. Las piezas son en su mayoría cerámicas que en un 80% no superan los 12 centímetros de alto, a excepción de unas obras funerarias y unos cuantos tiestos. Todas provienen de diversas culturas precolombinas como las de Tumaco, Tayrona, Calima y Quimbaya. Su edad abarca desde el 1600 a.C. hasta el siglo VII.
“Este museo en miniatura cuenta especialmente, como mínimo, diez siglos de historia”, asegura el director del ICANH. Hay silbatos, ocarinas, figuras humanas, máscaras y rostros, ollas, cuencos y canasteros (figuras humanas o zoomorfas con un recipiente en la espalda), vasijas, tabloides, tunjos en metal (objetos que se introducían en las sepulturas), alcarrazas (recipientes para el agua), pintaderas (instrumentos para adornar el pan) y sellos empleados por los pueblos indígenas para pintar su cuerpo y estampar tejidos. También una curiosa colección de copas. La lista es nutrida y una pequeña muestra, para abrir boca, será presentada a la prensa colombiana mañana lunes.
Este es el final feliz de la historia, pero el comienzo se remonta a 2003, cuando la policía española, en plena Operación Florencia, que desde 2000 investigaba a una organización dedicada al blanqueo de dinero y al narcotráfico, entró en un domicilio de Madrid en el que se encontró lo que hoy es un tesoro para Colombia. Según la fiscalía colombiana, el ciudadano hispanocolombiano Juan Carlos Escrucería adquirió las piezas en 1990 y las sacó de Colombia en una mudanza en 2001, cuando los controles aduaneros no eran tan estrictos como los de ahora. (Fuente: El País. Escrito por: Elisabeth Reyes)